LA ALIMENTACIÓN EMOCIONAL Y SUS RIESGOS EN LA SALUD

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Habitualmente, nos encontramos con niños que superan la talla adecuada para su edad, sufriendo sobrepeso u obesidad. En todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad aumenta progresivamente.

En los países en desarrollo con economías emergentes (clasificados por el Banco Mundial como países de ingresos bajos y medianos) la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil entre los niños en edad preescolar supera el 30% y si se mantienen las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025.

 

Una realidad que presenciamos habitualmente es cuando un niño se siente triste o molesto o presenta un estado de ánimo negativo y aprende a paliarlo con comida, se está produciendo una alimentación emocional. Sin una  intervención adecuada, los niños pequeños con riesgo de sobrepeso u obesidad se mantendrán obesos durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta.

En los últimos meses, se ha realizado un estudio longitudinal en Noruega que ha encontrado que los niños en edad escolar cuyos padres los alimentaron más para calmar sus sentimientos negativos eran más propensos a comer emocionalmente más tarde.

Los resultados recogidos provienen de un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega y el King’s College de Londres y las universidades de Londres y Leeds, en Reino Unido. Los hallazgos se detallan en un artículo publicado en «Child Development».

«Entender de dónde viene la alimentación emocional es importante porque tal comportamiento puede elevar el riesgo de tener sobrepeso y desarrollar trastornos alimenticios», advierte la autora principal del estudio, Silje Steinsbekk, profesora asociada de Psicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. «Si podemos averiguar qué influye en el desarrollo del comer emocional en los niños pequeños, los padres pueden recibir consejos útiles sobre cómo prevenirlo», plantea.

Cuando los niños comen para aliviar sus sentimientos negativos, su comida tiende a ser alta en calorías y si emocionalmente comen en exceso a menudo, también son más propensos a tener sobrepeso. La alimentación emocional está relacionada con el desarrollo de trastornos alimentarios en edades posteriores como pueden ser la bulimia y/o atracones.

Los autores examinaron la alimentación emocional y la alimentación en un grupo representativo de 801 noruegos de 4 años de edad, mirando a estas cuestiones de nuevo a las edades de 6, 8 y 10. Trataron de determinar si los padres involucrados en el estudio (en su mayoría madres) modelaron el comportamiento posterior de sus niños ofreciéndoles comida para que se sintieran mejor cuando estaban alterados (alimentación emocional) y si los padres cuyos hijos eran fácilmente calmados por los alimentos (aquellos que se calmaban cuando se les daba comida) tendían más a ofrecerles más comida para su comodidad en un momento posterior.

Se les pidió a los padres que completaran cuestionarios describiendo la comida emocional y el temperamento de sus hijos (cómo de fácilmente se alteran, con qué facilidad pudieron controlar sus emociones), así como su propia alimentación emocional. Aproximadamente, el 65 por ciento de los niños mostraron algún comportamiento de comer emocionalmente.

El estudio reveló que los niños pequeños cuyos padres les ofrecían comida para tranquilizarles a los 4 y 6 años tenían más comportamientos de comer emocional a los 8 y 10 años. Pero también, al contrario: los padres cuyos hijos eran más fácilmente consolados con alimentos eran más propensos a ofrecérselos para calmarlos (es decir, para participar en la alimentación emocional).

«Sabemos que los niños que están más fácilmente alterados y tienen más dificultades para controlar sus emociones son más propensos a comer emocionalmente que los niños más tranquilos, tal vez porque experimentan más emociones negativas y comer les ayuda a calmarse», señala el coautor Lars Wichstraem, profesor de Psicología en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. «Nuestra investigación suma conocimiento mostrando que los niños que son más fácilmente alterados están en mayor riesgo de convertirse en comedores emocionales», apunta.

 

COMO PODEMOS INTERVENIR FRENTE A LA ALIMENTACION EMOCIONAL

En lugar de ofrecer a los niños comida para calmarlos cuando están tristes o trastornados, los padres y otros cuidadores deben tratar de calmarles hablándoles, ofreciéndoles un abrazo o tranquilizándoles de manera sin involucrar la comida.
Las consecuencias de la obesidad infantil está asociada a una amplia gama de complicaciones de salud graves y a un creciente riesgo de contraer enfermedades prematuramente, entre ellas, diabetes y cardiopatías, que en la mayoria de ocasiones se puede prevenir educando emocionalmente a los niños.

Pediatras recomiendan dar lactancia materna exclusiva desde el nacimiento hasta los seis meses de edad, ya que es un medio importante para ayudar a impedir que los lactantes se vuelvan obesos.

A continuación os dejamos algunas recomendaciones para prevenir la obesidad en niños y adolescentes:

Promover hábitos alimentarios saludables

Fomentar la actividad física
Atención pregestacional y prenatal
Dieta saludable, hábitos de sueño y actividad física en la primera infancia
Actividad física y formación en salud y nutrición a niños y adolescentes en edad escolar
Control del peso

Desde Dipepsa SL, os animamos a poner medios ante este grave problema puesto que tiene serias implicaciones en la vida de los niños, afectando a su bienestar físico, social y psicológico, y es un conocido factor de riesgo de desarrollar enfermedades crónicas y tener obesidad en la adultez.

 

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